Hace ya algunos años recuerdo que una persona que estaba a mi cargo y que yo supervisaba directamente, me confesó que estaba pasando por una situación un tanto difícil (desde su punto de vista) y que le preocupaba mucho “el qué dirán” de su trabajo, de sus resultados, de su vida y de sus decisiones. Después de que me comentó esta situación, tuvimos oportunidad de poner en marcha un plan de acciones dones el principal punto de ataque era “el miedo”, que para ese entonces ya podíamos identificar que en realidad con lo que debíamos trabajar era con algo que podíamos controlar, porque el “qué dirán” no se puede controlar, explicaré esto con más detalle.
Empecemos por comprender que los procesos de observar, atender y entender lo que nos rodea es un proceso adaptativo en ambas direcciones, nos permite descubrir, identificar e interpretar nuestro mundo y qué parte importante jugamos en él, este proceso nos permite generar pensamientos y conductas adaptativas, por supuesto que este proceso también están presentes las personas con las que compartimos experiencias, pero es aquí donde radica especialmente el origen de nuestro miedo ya que si el foco en las demás personas está en modo “alerta”, esto condiciona y determina nuestras emociones, nuestra conducta, nuestros pensamientos, y se puede convertir en algo difícil y complicado de controlar, ya que nos obsesionamos ante este problema: el miedo al qué dirán los demás.
Es muy importante que en este momento señale que cuándo se activa el miedo sin que exista un riesgo real para justificarlo, en vez de ser útil, se convierte en un funcionamiento desadaptativo para afrontar las dificultades y sobre todo nos quita claridad sobre lo que en realidad debemos estarnos enfocando. P.e. podemos estar pensando en ¿qué dirán mis amistades si fracaso en mi emprendimiento o negocio?, en vez de ¿cómo inicio/mejoro/modifico/cambio mi negocio para que sea un éxito?
El “miedo al qué dirán” genera dos tipos de procesos
Miedo a la mala opinión; aunque es normal ser sensible a la opinión que otras personas tengan de nosotros, y más aún si esas personas son importantes en nuestra vida; en ocasiones le damos un excesivo peso y relevancia a esa opinión, y nos centramos con mucha insistencia en lo que podrían estar pensando sobre nuestro aspecto físico, nuestra forma de actuar, lo que decimos, lo que pensamos, etc., y lo más importante, como si dispusiéramos de una “bola de cristal”, adivinamos que esa opinión es negativa, la consecuencia principal es que confundimos nuestros pensamientos con la realidad, y las “opiniones” de los demás, con las “evidencias”.
Miedo a que los demás nos hagan daño; es valioso para nuestra seguridad identificar que otra persona pueda hacernos algún daño, para así actuar de manera efectiva; el problema existe cuando por este miedo centramos toda nuestra atención en esa posibilidad y nos mantenemos a la defensiva tratando de adivinar los posibles daños que los demás nos pudieran producir, aunque no haya indicios reales y razonables de que eso va a suceder, o exagerando la posibilidad de que eso ocurra.
Empecemos por comprender que los procesos de observar, atender y entender lo que nos rodea es un proceso adaptativo en ambas direcciones, nos permite descubrir, identificar e interpretar nuestro mundo y qué parte importante jugamos en él, este proceso nos permite generar pensamientos y conductas adaptativas, por supuesto que este proceso también están presentes las personas con las que compartimos experiencias, pero es aquí donde radica especialmente el origen de nuestro miedo ya que si el foco en las demás personas está en modo “alerta”, esto condiciona y determina nuestras emociones, nuestra conducta, nuestros pensamientos, y se puede convertir en algo difícil y complicado de controlar, ya que nos obsesionamos ante este problema: el miedo al qué dirán los demás.
Es muy importante que en este momento señale que cuándo se activa el miedo sin que exista un riesgo real para justificarlo, en vez de ser útil, se convierte en un funcionamiento desadaptativo para afrontar las dificultades y sobre todo nos quita claridad sobre lo que en realidad debemos estarnos enfocando. P.e. podemos estar pensando en ¿qué dirán mis amistades si fracaso en mi emprendimiento o negocio?, en vez de ¿cómo inicio/mejoro/modifico/cambio mi negocio para que sea un éxito?
El “miedo al qué dirán” genera dos tipos de procesos
Miedo a la mala opinión; aunque es normal ser sensible a la opinión que otras personas tengan de nosotros, y más aún si esas personas son importantes en nuestra vida; en ocasiones le damos un excesivo peso y relevancia a esa opinión, y nos centramos con mucha insistencia en lo que podrían estar pensando sobre nuestro aspecto físico, nuestra forma de actuar, lo que decimos, lo que pensamos, etc., y lo más importante, como si dispusiéramos de una “bola de cristal”, adivinamos que esa opinión es negativa, la consecuencia principal es que confundimos nuestros pensamientos con la realidad, y las “opiniones” de los demás, con las “evidencias”.
Miedo a que los demás nos hagan daño; es valioso para nuestra seguridad identificar que otra persona pueda hacernos algún daño, para así actuar de manera efectiva; el problema existe cuando por este miedo centramos toda nuestra atención en esa posibilidad y nos mantenemos a la defensiva tratando de adivinar los posibles daños que los demás nos pudieran producir, aunque no haya indicios reales y razonables de que eso va a suceder, o exagerando la posibilidad de que eso ocurra.
Factores que participan en el miedo al qué dirán los demás
Siempre ha quedado demostrado que la mejor forma para sortear los retos en la vida, es la capacidad que tengamos de respuesta, pero esto sólo nos lo da la preparación y conciencia que tengamos de cómo hemos llegado hasta ahí.
Los factores que participan en la generación del miedo se fundamentan en cuatro:
Factor de personalidad, si cada vez que se produce un acontecimiento desagradable, nuestra tendencia es afrontarlo con una elevada dosis de sufrimiento y dolor, por lo tanto, sentiremos miedo ante la mínima posibilidad de que se repita el acontecimiento desagradable.
Factor biológico, que puede determinar una percepción de fragilidad y en consecuencia reforzar o marcar nuestra visión temerosa del mundo; hay personas con mayor vulnerabilidad en ansiedad o estrés, por ejemplo, y esto puede generar patrones de pensamiento y conductas desadaptativas.
Factor de aprendizaje, la educación que recibimos es muy importante, también en esta cuestión; si desde la infancia se refuerza la idea de que es crucial lo que los demás piensen de nosotras o nosotros, y que determinará las oportunidades y el desarrollo que vamos a tener en la vida, los otros se convertirán en un elemento que generará temor.
Factor experiencial, cada evento que sucede en períodos como la infancia o la adolescencia con nuestros iguales, son muy significativos para esa época, por lo que, si recibimos críticas y opiniones malas, comentarios negativos o rechazos, se pueden quedar grabados y estimular una conducta que trata de evitar que vuelva a producirse estas situaciones; el resultado puede ser un estado de alerta, vigilancia y expectación. A esto lo llamamos en Psicología: Sesgo Atencional (tendencia a dirigir la atención, selectivamente, hacia el procesamiento del material que posee un contenido congruente con el estado de ánimo).
¿Hasta qué punto condiciona nuestra vida el miedo al qué dirán los demás?
El sentido de estar alerta obliga a un constante análisis defensivo, alterando incluso nuestra forma de actuar para que sea “adecuada” a lo que creemos que los demás esperande nosotros y así evitar un comentario o crítica negativa.
Esto alimenta nuestros temores y favorece que situaciones normales sean interpretadas como amenazantes; circunstancia que provoca un cambio en nuestro comportamiento, generando la hipótesis de que se tiene una mala opinión de nosotros. A este proceso se le llama en Psicología: Sesgo Interpretativo (procesar los estímulos ambiguos dando preferencia al significado de peligro sobre el neutro o el positivo).
Por ejemplo:
Luisa tiene 32 años, es muy trabajadora, profesional, perfeccionista y muy educada…, pero también es temerosa; ella cree que sus compañeros de trabajotienen un mal concepto de ella, cuando los ve riendo, ella está convencida de que lo hacen por algo que hizo o dijo; a partir de esta convicción, su inseguridad va creciendo exponencialmente día a día, de tal modo que cada vez está más convencida que los demás opinan negativamente sobre ella; esto genera comportamientos y actitudes hostiles de parte suya, los cuales no son fáciles de entender por sus compañeros, que se muestran algo más reticentes, logrando con ello una confirmación manipulada de que los demás tiene algo contra ella.
Este es un círculo que expresa las consecuencias que “el miedo al qué dirán los demás”, produce en las personas.
7 claves para controlar el miedo al qué dirán
Por: Vicente Cañedo Loman
@VinxCanedo
Siempre ha quedado demostrado que la mejor forma para sortear los retos en la vida, es la capacidad que tengamos de respuesta, pero esto sólo nos lo da la preparación y conciencia que tengamos de cómo hemos llegado hasta ahí.
Los factores que participan en la generación del miedo se fundamentan en cuatro:
Factor de personalidad, si cada vez que se produce un acontecimiento desagradable, nuestra tendencia es afrontarlo con una elevada dosis de sufrimiento y dolor, por lo tanto, sentiremos miedo ante la mínima posibilidad de que se repita el acontecimiento desagradable.
Factor biológico, que puede determinar una percepción de fragilidad y en consecuencia reforzar o marcar nuestra visión temerosa del mundo; hay personas con mayor vulnerabilidad en ansiedad o estrés, por ejemplo, y esto puede generar patrones de pensamiento y conductas desadaptativas.
Factor de aprendizaje, la educación que recibimos es muy importante, también en esta cuestión; si desde la infancia se refuerza la idea de que es crucial lo que los demás piensen de nosotras o nosotros, y que determinará las oportunidades y el desarrollo que vamos a tener en la vida, los otros se convertirán en un elemento que generará temor.
Factor experiencial, cada evento que sucede en períodos como la infancia o la adolescencia con nuestros iguales, son muy significativos para esa época, por lo que, si recibimos críticas y opiniones malas, comentarios negativos o rechazos, se pueden quedar grabados y estimular una conducta que trata de evitar que vuelva a producirse estas situaciones; el resultado puede ser un estado de alerta, vigilancia y expectación. A esto lo llamamos en Psicología: Sesgo Atencional (tendencia a dirigir la atención, selectivamente, hacia el procesamiento del material que posee un contenido congruente con el estado de ánimo).
¿Hasta qué punto condiciona nuestra vida el miedo al qué dirán los demás?
El sentido de estar alerta obliga a un constante análisis defensivo, alterando incluso nuestra forma de actuar para que sea “adecuada” a lo que creemos que los demás esperande nosotros y así evitar un comentario o crítica negativa.
Esto alimenta nuestros temores y favorece que situaciones normales sean interpretadas como amenazantes; circunstancia que provoca un cambio en nuestro comportamiento, generando la hipótesis de que se tiene una mala opinión de nosotros. A este proceso se le llama en Psicología: Sesgo Interpretativo (procesar los estímulos ambiguos dando preferencia al significado de peligro sobre el neutro o el positivo).
Por ejemplo:
Luisa tiene 32 años, es muy trabajadora, profesional, perfeccionista y muy educada…, pero también es temerosa; ella cree que sus compañeros de trabajotienen un mal concepto de ella, cuando los ve riendo, ella está convencida de que lo hacen por algo que hizo o dijo; a partir de esta convicción, su inseguridad va creciendo exponencialmente día a día, de tal modo que cada vez está más convencida que los demás opinan negativamente sobre ella; esto genera comportamientos y actitudes hostiles de parte suya, los cuales no son fáciles de entender por sus compañeros, que se muestran algo más reticentes, logrando con ello una confirmación manipulada de que los demás tiene algo contra ella.
Este es un círculo que expresa las consecuencias que “el miedo al qué dirán los demás”, produce en las personas.
7 claves para controlar el miedo al qué dirán
- Ser conscientes de nuestras tendencias, de esa mirada temerosa a los pensamientos o lo que los demás puedan decir, de los aprendizajes en ese sentido y de las experiencias que hemos tenido. Si somos conscientes de esta forma en la que actuamos y por qué se produce, ya tenemos el primer paso para avanzar en la solución.
- Trabajar nuestra autoestima, entender que nuestro valor como personas está en el propio hecho de ser personas. Ser conscientes de nuestras limitaciones y fragilidades, tanto como valorar nuestras cualidades y fortalezas. De ser necesario debemos buscar ayuda profesional pera ir mejorando en este aspecto
- Trabajar nuestra imperante necesidad de que todo esté perfecto, nadie posee la perfección, y creer lo contrario lleva a la frustración y el desánimo.
- Ajustar expectativas, aceptar que no todos van a pensar bien de nosotros y que no vamos a caer bien a todo el mundo, que va haber muchas cosas nuestras que no gusten a los demás; eso forma parte de la vida. La opinión de los demás no determina y condiciona nuestro bienestar, este depende de otras muchas cuestiones, que tienen que ver con nosotros mismos.
- Busca siempre evidencias incuestionables, debemos observar y analizar objetivamente lo que pensamos o interpretamos, a partir de un hecho o acontecimiento, no de suposiciones.
- Perder el miedo a comentarios negativos y críticas, reflexionemos ¿son tan graves las consecuencias de que alguien piense mal de nosotros?, seguro que sucede de vez en cuando y no pasa nada. Nosotros pensamos también mal de algún aspecto de otra persona. Todas y todos tenemos amigos, familiares o conocidos de los que no nos gustan algunas o muchas cosas, pero los queremos, los valoramos y disfrutamos estar con ellos.
- Desarrollar la asertividad, habilidades como la asertividad, la capacidad para realizar o recibir críticas, son fundamentales para reducir y eliminar el miedo al qué dirán los demás. Cuando nos sentimos con recursos personales para aceptar o manejar una opinión o un comentario negativo, ganamos seguridad, y reforzamos la autoconfianza, haciéndonos más fuertes frente a los factores externos a nosotras y nosotros.
Por: Vicente Cañedo Loman
@VinxCanedo