Los tipos de piel tradicionalmente, han sido tres grasas, mixta o seca, esta distinción que acarrea cuidados específicos fue realizada por la facialita y empresaria. Helena Rubinstein tras un revelador viaje por Europa que le permitió conocer a diversos dermatólogos y nutricionistas. De este modo, cada tipo de piel presentaría unas necesidades concretas y el tratamiento respectivo
Los dermatólogos también afirman que dentro de una misma cara puede haber zonas más grasas y más secas. Por otro lado, la piel puede cambiar dependiendo de muchos factores: estrés, el clima en el que vivamos, y además considerando la situación individual de cada persona.
Pieles secas
Las pieles secas suelen tener la barrera cutánea de peor calidad, más frágil, de manera que “se escapa el agua” es un decir. Suelen manifestar descamación, pero también las caracteriza una sensación de tirantez.
Pieles sensibles
Las pieles sensibles o reactivas son aquellas que independientemente de que sean grasas o secas, se enrojecen con facilidad.
Cambios en el tipo de piel.
Del mismo modo en que la piel presenta diversas tendencias en una misma persona, también va evolucionado en función de las circunstancias. Normalmente uno de los signos que notamos con más frecuencia es que la piel nos brilla; eso no quiere decir que de repente se haya vuelto grasa (una piel grasa puede estar deshidratada, y cuando es así, las glándulas sebáceas se ponen a trabajar, lo cual nos hace brillar, por lo que la cuestión no sería no hidratar, sino aplicar algunos productos que hidrate y no sea grasosa.
Otro efecto en las pieles delicadas puede ser la aparición de granitos, que suele indicar que se están taponando las glándulas sebáceas. Quizás estemos poniendo productos demasiado oclusivos y necesitamos exfoliar bien la piel y utilizar productos dermatológicos que no incluya ingredientes agresivos.
Lo más importante es conocer qué tipo de piel y utilizar cremas dermatológicas, vale la pena invertir en calidad y evitar irritación o brotes por utilizar productos de baja calidad.
Los dermatólogos también afirman que dentro de una misma cara puede haber zonas más grasas y más secas. Por otro lado, la piel puede cambiar dependiendo de muchos factores: estrés, el clima en el que vivamos, y además considerando la situación individual de cada persona.
Pieles secas
Las pieles secas suelen tener la barrera cutánea de peor calidad, más frágil, de manera que “se escapa el agua” es un decir. Suelen manifestar descamación, pero también las caracteriza una sensación de tirantez.
Pieles sensibles
Las pieles sensibles o reactivas son aquellas que independientemente de que sean grasas o secas, se enrojecen con facilidad.
Cambios en el tipo de piel.
Del mismo modo en que la piel presenta diversas tendencias en una misma persona, también va evolucionado en función de las circunstancias. Normalmente uno de los signos que notamos con más frecuencia es que la piel nos brilla; eso no quiere decir que de repente se haya vuelto grasa (una piel grasa puede estar deshidratada, y cuando es así, las glándulas sebáceas se ponen a trabajar, lo cual nos hace brillar, por lo que la cuestión no sería no hidratar, sino aplicar algunos productos que hidrate y no sea grasosa.
Otro efecto en las pieles delicadas puede ser la aparición de granitos, que suele indicar que se están taponando las glándulas sebáceas. Quizás estemos poniendo productos demasiado oclusivos y necesitamos exfoliar bien la piel y utilizar productos dermatológicos que no incluya ingredientes agresivos.
Lo más importante es conocer qué tipo de piel y utilizar cremas dermatológicas, vale la pena invertir en calidad y evitar irritación o brotes por utilizar productos de baja calidad.