
Qué buscamos al elegir un perfume Que nos haga sentir seguras de nosotros mismos y encontrar nuestra esencia que se refleja en nuestro perfume. Pensándolo bien, creo que de eso se trata cuando nos decantamos por un aroma. Una siente que ha acertado con su fragancia cuando le otorga ese aire especial que desata el comentario de ‘¡qué bien hueles!’ Eso quiere decir que nuestra fragancia se ha convertido ya en un sello de identidad. Algo indisolublemente ligado a nosotras. Pero ¿Cómo conseguir llegar a ese punto?
Científicamente, un 3% de los genes que tenemos sirven para codificar receptores olfativos que se encuentran en las membranas de las células receptoras. Lo más curioso es que cada célula especializada en la recepción aromática sólo posee un tipo de receptor olfativo y éste sólo puede detectar un número limitado de sustancias olorosas, por lo que están muy especializadas. Tanto, que cuando un receptor huele por primera vez una molécula, envía a su célula correspondiente un mensaje, a través de un impulso eléctrico y ésta se encarga de distribuirlo a sus compañeras olfativas y a asociarlo, formando un patrón que quedará grabado para siempre y que nos permitirá recordarlo sin ningún esfuerzo en el futuro.
Lo primero que hay que saber es que, para acertar con nuestro perfume, tenemos que dedicarle tiempo a la elección porque, para empezar, a menudo no sabemos lo que queremos o, al menos, no sabemos pedirlo: Es muy difícil hablar de olores, ya que cada uno lo interpreta de forma distinta. Es mejor hablar de sensaciones: limpio, fresco, que de materias primas o de familias aromáticas.
Generalmente solicitamos perfumes con adjetivos que son más emocionales que técnicos y, de esa manera, podemos identificar qué familia olfativa estamos buscando. Lo que más se solicita son fragancias ‘frescas’. Ese término, contiene muchos matices que pueden ser la clave de una fragancia: frutales, florale, amaderado, etc…
Así que, además de ir sin prisas, otra clave importante para acertar es buscar asesoramiento y dejarnos aconsejar: La atención de un experto en el punto de venta es fundamental porque, al igual que sucede con la moda, no siempre nos sienta bien lo que más nos gusta, ya que el error más habitual a la hora de comprar un perfume es buscar más los productos de una marca concreta o con una publicidad llamativa, que los que realmente necesitamos y mejor nos sientan.
Pero para eso están las consejeras, para indagar en nuestros gustos y hacernos las mejores propuestas. ¿Cómo lo consiguen? Con preguntas sencillas del tipo qué perfumes nos gustan más, si somos más de dulce o cítrico, o pidiéndonos que les contemos algún recuerdo olfativo relacionado con la infancia o con algo agradable. Hay personas que en ocasiones lloran al oler un perfume porque, de repente, un aroma les ha evocado a alguien que ya no está, recuerdas su aroma su sello o a lugares del mundo en los que han vivido y han sido felices, a viajes magníficos. Y es que, en un perfume, no es tan importante los ingredientes que lleva, sino lo que provoca en quien lo huele.
Los perfumes hay que olerlos primero en el papel (mullets) y sólo rociar sobre la piel el que más haya gustado o, como mucho dos. Sólo cuando lo pruebes en la piel estarás segura de cuál es su fijación, qué nota resalta más... Cada tipo de piel recibe de diferente manera un mismo perfume, es algo muy personal y como tal, hay que probarlo. No es tanto cuestión de que el olor cambie en cada piel, sino de que una lo huele distinto en otra persona que en sí misma.
No desesperes, quien busca seriamente ‘su’ fragancia, al final la acaba encontrando, pero eso no significa que ya no pueda usar otras: Con la madurez, las mujeres conseguimos encontrar nuestra fragancia ideal y pasa a ser un sello de personalidad. Y aunque utilicemos otras en ocasiones puntuales, siempre terminamos volviendo a ella, ya que forma parte de nuestra esencia.
Científicamente, un 3% de los genes que tenemos sirven para codificar receptores olfativos que se encuentran en las membranas de las células receptoras. Lo más curioso es que cada célula especializada en la recepción aromática sólo posee un tipo de receptor olfativo y éste sólo puede detectar un número limitado de sustancias olorosas, por lo que están muy especializadas. Tanto, que cuando un receptor huele por primera vez una molécula, envía a su célula correspondiente un mensaje, a través de un impulso eléctrico y ésta se encarga de distribuirlo a sus compañeras olfativas y a asociarlo, formando un patrón que quedará grabado para siempre y que nos permitirá recordarlo sin ningún esfuerzo en el futuro.
Lo primero que hay que saber es que, para acertar con nuestro perfume, tenemos que dedicarle tiempo a la elección porque, para empezar, a menudo no sabemos lo que queremos o, al menos, no sabemos pedirlo: Es muy difícil hablar de olores, ya que cada uno lo interpreta de forma distinta. Es mejor hablar de sensaciones: limpio, fresco, que de materias primas o de familias aromáticas.
Generalmente solicitamos perfumes con adjetivos que son más emocionales que técnicos y, de esa manera, podemos identificar qué familia olfativa estamos buscando. Lo que más se solicita son fragancias ‘frescas’. Ese término, contiene muchos matices que pueden ser la clave de una fragancia: frutales, florale, amaderado, etc…
Así que, además de ir sin prisas, otra clave importante para acertar es buscar asesoramiento y dejarnos aconsejar: La atención de un experto en el punto de venta es fundamental porque, al igual que sucede con la moda, no siempre nos sienta bien lo que más nos gusta, ya que el error más habitual a la hora de comprar un perfume es buscar más los productos de una marca concreta o con una publicidad llamativa, que los que realmente necesitamos y mejor nos sientan.
Pero para eso están las consejeras, para indagar en nuestros gustos y hacernos las mejores propuestas. ¿Cómo lo consiguen? Con preguntas sencillas del tipo qué perfumes nos gustan más, si somos más de dulce o cítrico, o pidiéndonos que les contemos algún recuerdo olfativo relacionado con la infancia o con algo agradable. Hay personas que en ocasiones lloran al oler un perfume porque, de repente, un aroma les ha evocado a alguien que ya no está, recuerdas su aroma su sello o a lugares del mundo en los que han vivido y han sido felices, a viajes magníficos. Y es que, en un perfume, no es tan importante los ingredientes que lleva, sino lo que provoca en quien lo huele.
Los perfumes hay que olerlos primero en el papel (mullets) y sólo rociar sobre la piel el que más haya gustado o, como mucho dos. Sólo cuando lo pruebes en la piel estarás segura de cuál es su fijación, qué nota resalta más... Cada tipo de piel recibe de diferente manera un mismo perfume, es algo muy personal y como tal, hay que probarlo. No es tanto cuestión de que el olor cambie en cada piel, sino de que una lo huele distinto en otra persona que en sí misma.
No desesperes, quien busca seriamente ‘su’ fragancia, al final la acaba encontrando, pero eso no significa que ya no pueda usar otras: Con la madurez, las mujeres conseguimos encontrar nuestra fragancia ideal y pasa a ser un sello de personalidad. Y aunque utilicemos otras en ocasiones puntuales, siempre terminamos volviendo a ella, ya que forma parte de nuestra esencia.